La educación es una tarea muy difícil, pero la recompensa personal vale completamente la pena.
Una de mis mejores amigas es profesora. Día a día me cuenta acerca de las distintas situaciones que debe vivir en la sala de clase, y cómo cada niño es un mundo distinto. Conoce a la perfección a cada uno de ellos: lo que les gusta, lo que no, qué los hace felices, qué los hace llorar, sus problemas, y muchas otras cosas más. No es fácil ser profesora, especialmente en la etapa en que los pequeños se están desarrollando y junto con ello sus personalidades, hay mucha responsabilidad involucrada.
No obstante, pocas veces los profesores son noticia por su notable labor. Generalmente, los medios los mencionan por casos especiales que revelan algún mortífero error cometido. Lamentablemente, es entendible. “Profesor regala su propio tiempo y dinero para comprar útiles para estudiantes” no tiene el mismo tono sensacionalista que otras noticias que son preferidas por los medios de comunicación.
“Profesor pasa horas cada tarde planeando lecciones y evaluando ensayos” tampoco generaría mucha audiencia. Y “Profesor apoya de forma voluntaria a sus alumnos en eventos deportivos” sería algo para la risa.
Por esta misma razón, y con el objetivo de que las personas conozcan de una manera más humana que profesional a los profesores, Abby Winstead, bloguera y profesora, enumera desde su punto de vista y experiencia, 6 cosas positivas que los padres debiesen saber sobre las personas que pasan tanto tiempo con sus hijos.
1. Creo en lo que enseño
A pesar de lo que puedas pensar, la escuela no es un desfile interminable de libros, tareas y clases.Preparamos a estos chicos para la vida lo mejor que podemos, todo esto considerando nuestra audiencia poco interesada. Puedo prometer que conozco mi currículum muy bien y que me apasiona la habilidad que aquello tiene de convertir a tu hijo en un mejor adulto.
2. Comprendo que el sistema a veces no funciona
Sé que muchas veces las escuelas tienen pocos recursos y demasiados estudiantes. El promedio de profesores por alumnos puede ser desproporcionado, tal como lo son los números de alumnos que abandonan sus estudios. Si tu hijo tiene mejores habilidades, es probable que le vaya bien, sin embargo, no se puede decir lo mismo si tu hijo tiene necesidades de aprendizaje especiales.
Si ese es el caso, créeme que te entiendo. Estoy tan frustrada como tú, e incluso más, porque veo tus preocupaciones magnificadas a través de todos mis estudiantes. Veo todas estas imperfecciones y mucho más y desearía poder repararlo todo. Incluso tengo algunas ideas al respecto, aunque nadie me está preguntando.
3. Amo este trabajo
Los días pueden ser largos. Los estudiantes pueden estar de mal humor y contradecirte. La administración puede ser inconsistente y no ver más allá. Hay momentos oscuros, momentos en los que me pregunto si estoy haciendo bien mi trabajo y si la pasión que siento es evidente.
A veces se me acaba la paciencia y le respondo de mala manera a un estudiante. A veces mi vida personal me bloquea el camino y no comienzo mi día en el colegio de la manera adecuada. A veces quiero un día de nieve y sin colegio tanto como tu hijo lo quiere.
Incluso en esos días en los que cuestiono mi habilidad para enseñar de forma efectiva, cuando todo lo que puedo hacer es cerrar mis ojos, respirar profundo y orar para tener más paciencia; no me podría imaginar hacer nada más.
4. Amo a tu hijo
Sí, incluso al tuyo. El que nunca recuerda levantar la mano en clases. El que pasa más tiempo hablando con sus compañeros que participando en discusiones. El que hace muecas a cada palabra que digo.
Los quiero a todos. A veces no me puedo quedar dormida en la noche pensando en aquella chica que se autolesiona. A veces me pregunto si la actividad que hicimos en clases realmente le llegó al chico callado que se sienta al final. Espero que ese chico que reprobó la prueba fuese sólo algo pasajero y que no le esté pasando nada.
Quiero que cada uno de mis estudiantes sean exitosos porque veo que tienen mucho potencial.
5. Necesito tu ayuda
Creo que tú también necesitas mi ayuda. Ambos queremos que tu hijo se convierta en un adulto responsable y que haga contribuciones únicas a la sociedad. Conoces a tu hija mejor que nadie pero, ¿puedo compartir algo contigo que he aprendido a través de la experiencia?
Mimarla tanto no le hace bien. Dar excusas, transferir la culpa, tomarle la mano. Sé que haces estas cosas porque la amas y porque el mundo es duro y ¿porqué no protegerla todo el tiempo que sea posible? Sin embargo, un adolescente que crece centrado en sí mismo se convertirá en un adulto que le pasará a todos por encima. Se convertirá en el tipo de persona que cree estar por sobre las reglas, el tipo de persona que no se lleva bien con los demás y que nunca tiene la culpa de nada. El tipo de persona que no querrías como compañero de trabajo o como amigo.
Así que, si bien sé que es tentador hacerla sentir bien… considera una táctica diferente. Considera impulsarla a trabajar más duro en ese proyecto grupal aunque los otros compañeros sean pesados con ella. Considera impulsarla a dar lo mejor de sí en aquella clase, aunque no le guste el profesor. Puede que se enoje y puede que sea difícil, pero estarás criando una hija que posea cualidades que los profesores no pueden enseñar.
En fin, creamos en la educación. Y a ti profesor, anímate, porque las escuelas están llenas de las personas más brillantes y pacientes que conocerás en tu vida, sea en el ámbito de la educación u otros. Hay empleados que podrían estar trabajando en otro lugar, ganando mucho dinero y sufriendo muchas menos críticas, sin embargo, se quedan donde están porque creen en lo que hacen y en los estudiantes a los que les enseñan.
Sé esto porque trabajo en una escuela llena de profesores así. Lo sé porque me pregunto todos los días si estoy dando lo mejor de mí.