domingo, 17 de noviembre de 2013

DESARROLLO DE CONDUCTAS RESPONSABLES (Cuarta parte)

PAUTAS PARA PADRES Y MADRES


En los primeros años de la vida del niño la responsabilidad tiene que ir asociada al juego y, paulatinamente se irá incorporando a otras actividades más placenteras, hasta dar paso a la obligación.  Este aprendizaje se produce por imitación y requiere exigencia, expectativas claras y tiempo de dedicación.
Todos los niños ni niñas necesitan un equilibrio entre juego y trabajo; el cuidado de uno mismo y las tareas del hogar pueden servir para que se ejercite en unas responsabilidades concretas.


Debeis estar convencidos de que vais a conseguir educar a vuestros hijos/as en los aspectos que os proponeis, y de que confiáis en sus posibilidades.


¿QUE HACER ANTES DE ENCOMENDAR

A LOS HIJOS UNA TAREA?

Conviene tener muy claras las responsabilidades de cada miembro de la familia e incluso escribirlas en un mural o  panel de corcho. Cada uno tiene que saber qué tiene que hacer, cómo y cuándo debe hacerlo para que se responsabilice, haya colaboración en las tareas comunes de la familia y no se cargue de tareas a un miembro en particular. Si se cuida esto se logrará una mayor eficacia y calidad de vida.
Es preciso que las personas adultas se pongan de acuerdo en qué responsabilidades se les van a exigir. La incoherencia, es decir, la discrepancia entre lo que exigen o permiten unos u otros miembros de  la familia, favorece el incumplimiento de las tareas que se le encomiendan al niño, así como su justificación para no hacerlas. A veces escuchamos: "El papá me deja...."
Conviene que las personas adultas reflexionemos sobre nuestro grado de responsabilidad; no debemos exigir a los hijos lo que nos exigimos a nosotros mismos.
Antes de exigir o proponer una tarea (por ejemplo, ordenar sus juguetes), es necesario que comprobemos si cuenta con un espacio adecuado, tiempo disponible y si sabe hacerlo mínimamente.
La paciencia y la tolerancia son actitudes imprescindibles de los padres y madres que quieren ayudar a sus hijos a crecer responsables. Conviene tener en cuenta que no siempre pueden realizar una tarea perfecta, que pueden equivocarse y que esas equivocaciones pueden ayudarles en su proceso de aprendizaje.


 ¿Qué hacer en el momento de encomendar una tarea?
1.      Mostrar confianza, hacerle saber que está capacitado para realizarla bien y darle seguridad: "Hoy te vas a vestir solo y sé que lo vas a hacer bien "
2.      Explicar con claridad y con pocas palabras qué deseamos que haga y comprobar que lo ha entendido bien. Suele ser frecuente que el niño/a esté entusiasmado en otra actividad y no preste la atención necesaria.
3.      Evitar mensajes tales como: "Lo voy a hacer yo porque haces todo mal". Con estos mensajes que desvalorizan al niño eliminamos la motivación que pudiera tener, anulamos sus esfuerzos para mejorar y se resiente su autoestima.

¿ Qué hacer una vez iniciada la tarea?


1.      Nunca hagas tú lo que tu hijo/a es capaz de hacer por sí solo/a. Te equivocas si piensas que le ayudas facilitándole la tarea para evitarle un mal rato.

2.      Observa las posibilidades y grado de evolución de tu hijo/a y vete adecuando el grado de exigencia y el tipo de responsabilidad a su crecimiento. Siempre hay que ayudarle a subir paso a paso por los escalones que le llevan a una responsabilidad personal.

3.      En algunas ocasiones, conviene proponer la posibilidad de elegir entre dos opciones: juegos (parchís o naipes), ropa (falda o pantalón), ocio (fútbol o paseo) En el ejercicio de la elección se aprende a tomar decisiones. Cuando se elige, hay un compromiso y un riesgo: el compromiso de experimentar lo que elige y el riesgo de equivocarse. De este modo, el niño/a aprende a tolerar la frustración y a asumir las consecuencias de lo que realiza.
No permitas que abandone la tarea elegida porque así favoreces su inconstancia y puede adoptar conductas caprichosas e impulsivas.

4.      Estate atento a  los progresos de autonomía personal o en hábitos de responsabilidad. Una palabra cariñosa, una muestra de afecto, ayudan a consolidar lo aprendido y motiva para intentarlo de nuevo. Refuerza manifestando tu aprobación las conductas que indiquen progresos.

5.      Es muy importante para que el niño/a se acostumbre a prestar atención y controle su conducta que, cuando mandes un recado, tarea o des una orden, compruebes que ha entendido lo que se espera de él y no repitas el mandato. Si se acostumbra a que le repitas la orden, se habitúa a ello y no presta atención. No tengáis reparos en sancionar los olvidos frecuentes, es una manera de educar la atención voluntaria y la obediencia.
Es conveniente fijar de antemano que las órdenes no se van a repetir y que, si no está atento, deberá asumir las  consecuencias.

6.      Conviene permanecer atentos al desarrollo de la tarea y proporcionarle pequeñas ayudas en el momento preciso.
7.      En tareas largas y complejas es preciso dividir éstas en pequeños pasos y permitirle hacer una parte, la que pueda realizar por sí solo/a. Por ejemplo, para enseñarle a vestirse se le inicia en quitarse la ropa; más tarde puede subirse los pantalones, ponerse los calcetines, etc. y finalmente llegará a vestirse solo.

                             ¿Qué hacer una vez finalizada la tarea?
            1. - Controla en qué grado y modo ha cumplido la tarea.

            2. - En caso de incumplimiento por olvido, deberá asumir las consecuencias.
            3. - Valora lo que ha hecho, exprésaselo con muestras de afecto y muestra tu satisfacción por su colaboración en el buen funcionamiento de la familia.

            4. - Si la tarea no se ha finalizado o no está bien hecha, ante todo y en primer lugar, valora su actitud, destaca los aspectos positivos e indícale en qué puede mejorar.
            5. - Dale muestras de confianza, permítele que pueda rectificar y anímale a que lo intente de nuevo.


                    ¿Qué hacer cuando se niega a realizar una tarea?
            Esta conducta puede obedecer a múltiples causas:

            a) Conflicto personal, celos, “oposicionismo” propio de algunas edades o desobediencia patológica, en cuyo caso será prioritario resolver el problema afectivo.
            b) No haber sufrido habitualmente las consecuencias negativas de una conducta irresponsable. Por ejemplo, pasar hambre cuando no ha llevado el bocadillo, llegar tarde al colegio por perder el autobús, etc. Para aprender de los errores u olvidos, es conveniente que no se impida que el hijo/a padezca las consecuencias naturales de sus decisiones.
            c) Incumplimiento de amenazas o castigos. Antes de expresar una amenaza o castigo conviene pensar si se puede llevar a cabo y si es adecuada o proporcionada.
            d) El niño/a se manifiesta incompetente diciendo: "no sé" o "no puedo". Los padres considerarán si es real esa incapacidad y animarán a que realice la tarea, aportando la ayuda si ésta es necesaria.
            e) Buscar excusas para no hacer algo. Conviene desmontar la excusa dando razones con actitud serena.  Hay que mantener la exigencia sin hacer concesiones gratuitas.


            f) Rebelarse y decir "no quiero". Puede tratarse de un proceso de desarrollo personal en el que el oposicionismo es un medio para forjar la personalidad. Si se dan ocasiones y oportunidades para dialogar, es probable que no se llegue a esos extremos. En cualquier caso, conviene actuar con serenidad y coherencia. Serenidad para no crear tensión en el momento y proponer una consecuencia clara derivada de su acción. Deben mantenerse firmes padre y madre en la aplicación de esas consecuencias