domingo, 17 de noviembre de 2013

DESARROLLO DE CONDUCTAS RESPONSABLES (Quinta Parte)

APRENDER A TOMAR DECISIONES.-

Ser responsable no sólo es cumplir debidamente lo que se manda. Eso sería obediencia; es algo más, es saber elegir y decidir por uno mismo, con eficacia, en aquello que es propio del nivel de madurez o experiencia.
            Hay que dar oportunidades, desde muy temprano, para que el niño elija juegos, ropa, qué libro quiere que se le lea, qué desea merendar, etc. Una vez hecha la elección, la debe llevar hasta el final y no se le deben permitir conductas caprichosas. Tiene que experimentar las consecuencias de una elección equivocada. Por ejemplo: aburrimiento, cansancio, malestar, etc. Esta lección le servirá para ser más reflexivo y valorar aspectos positivos y negativos de lo que vaya a elegir.
            Aprender a tomar decisiones le ayudará a resolver sus necesidades y las de los demás.

            La indecisión es una forma de irresponsabilidad. Es dejar la carga para que otros resuelvan lo que uno no se atreve o no quiere hacer.


             En los niños pequeños es normal y frecuente que no decidan nada, aunque deberían presentárseles ocasiones para hacerlo. Al principio habrá que enseñarles dándoles dos posibilidades: ¿Qué quieres para merendar: chorizo o mortadela? ¿Qué jersey quieres ponerte, el rojo o el azul? ¿Qué le compramos a tu hermano: un juguete o un puzzle? Después se puede pasar a presentarte tres o más alternativas y, cuando elija, debe explicar el porqué de su decisión..  Pedir que se razonen las decisiónes es el modo de enseñar a no obrar de un modo caprichoso o impulsivo.
            Es muy importante que vayan participando en otras decisiones familiares mientras observan cómo los padres sopesen las ventajas e inconvenientes.

            Suele ser algo frecuente que los niños pregunten: "¿Qué hago?" y una vez que obtienen una respuesta, la rechacen. Es un modo de llamar la atención del adulto o una incapacidad para afrontar decisiones. El niño decidido será capaz de afrontar riesgos, siempre que no obre de modo impulsivo.
            
Cuando el niño tiene poca confianza en sí mismo deberemos ayudarle proponiéndole elecciones que supongan poco riesgo y ayudándole con pautas que faciliten su elección.
            . ¿Qué prefieres llevar a la plaza: el balón o la bici?
            . ¿Qué ponemos de postre: manzana o yogur?
            Es bueno que los padres pidan sugerencias a los hijos para resolver alguna situación problemática cotidiana.

            Para ayudar a un hijo a tomar decisiones podrían seguirse estos pasos:

1. - Enseñar a aceptar una sola posibilidad gustosamente, con una visión positiva. "Hoy tenemos visita y no podrás ver los dibujos animados de la tele, pero lo pasarás muy bien jugando con tus primos".

2. - Enseñar a elegir entre pocas posibilidades. "Vamos al parque. ¿Qué cogemos, la bici o los patines?"

3. - Ampliar el número de posibilidades de elección. A partir de los diez años se les pueden presentar diversas opciones. Por ejemplo elegir entre las posibilidades que presentan los centros escolares de actividades extraescolares, etc.

4. - Animar a los hijos a que hagan propuestas que, posteriormente, se valorarán entre todos los miembros de la familia de forma constructiva.

5. - Enseñar a tolerar cambios imprevistos y que suponen una alteración de su plan tras una decisión tomada

            .- Una vez elegido, deben soportar las consecuencias sin quejarse o echar la culpa a otros.
            .- Deben valorar los aspectos positivos y negativos de cada alternativa.

  ESTABLECIMIENTO DE LIMITES
            Uno de los objetivos principales que debemos plantearnos las madres y los padres es nuestros hijos e hijas vayan integrándose en los diversos ámbitos de la vida, conociendo sus deberes y derechos, dando paso a una madurez y responsabilidad progresivas.

            Educar con este planteamiento va a evitar situaciones de dependencia, inmadurez social e inseguridad. Es conveniente demostrar que la familia se organiza y avanza si entre todos responden a sus necesidades, cada cual de acuerdo a sus posibilidades.

            A menudo, escuchamos a padres y madres: "quiero que mi hijo/a sea feliz", pensando que esto se logra evitándoles cualquier dificultad que encuentran, anticipándose a sus deseos, dándoles cuanto piden, o cediendo ante cualquier resistencia o contrariedad. Precisamente, estas actuaciones, aunque de momento suponen para el niño/a una satisfacción, a medio y largo plazo, van a ser obstáculos que irán creciendo como una bola de nieve y que van a impedir o dificultar el proceso o camino de adquisición de la responsabilidad.

            Librar a nuestras hijas e hijos de las dificultades o de los sinsabores, hacerles las cosas que por su edad debieran realizar, es una manera segura de hacerles débiles, indecisos y, en definitiva, frenar su proceso natural de crecimiento personal.
Es necesario desterrar toda forma de autoritarismo en el modo de mandar. Las normas de nuestro hogar tienen que ser pocas, claras y bien comprendidas.

El niño/a tiene que saber lo que debe o no debe hacer, así como las consecuencias de incumplir lo acordado. Asimismo, las madres y los padres deben evitar actitudes permisivas y educar gradualmente en la capacidad de esfuerzo y responsabilidad.

            Es imprescindible dictar las normas desde el afecto y no dejándose llevar por el nerviosismo del momento, el capricho o el interés por dominar al niño/a. Deben formularse de manera positiva, no a modo de decálogo de prohibiciones y deben ser razonadas, para que nuestros hijos e hijas comprendan los motivos de éstas y para que piensen y decidan por sí mismos sin necesidad de órdenes impositivas.
            Es importante que estemos atentos a las buenas conductas para reforzarlas y alabarlas con frecuencia. A veces, les reprendemos y nos olvidamos de reconocer las cosas bien hechas, motivo por el cual se encuentran con escasa ilusión por hacer nuevas tareas y se produce el consiguiente y lamentable descenso de su autoestima.

            Hay que dejar claro que es su conducta inadecuada la que nos enfada y disgusta pero que, como persona e hijo/a, le seguimos queriendo igual. Hay que desterrar las descalificaciones globales del tipo: "¡Ya sabía que lo ibas a hacer mal" o "¡Eres un inútil!"
            Para lograr que nuestras hijas e hijos sean responsables y disciplinados, no debemos olvidar que todas las personas aprendemos con la práctica. Las palabras se las lleva el viento; es el ejemplo el que cala en lo más hondo; por esto padres y madres somos modelos insustituibles en el proceso de adquisición de hábitos responsables. Así, es fundamental mostrarnos con autodisciplina, control y dominio de nosotros mismos en los actos de nuestra vida diaria.

 RESUMEN Y CONCLUSIONES
L Procura evitar:
1. - Comparaciones que dejen a tu hijo en ridículo.
2. - Comentarios que generen ansiedad, temor o inseguridad y descalificaciones globales.
3. - Gritos, malos modos y amenazas.
4. - Ver a tu hijo/a como persona pasiva que sólo recibe órdenes.
5. - La sobreprotección.
6. - Manifestar desacuerdo entre padre y madre delante de los hijos/as.

J Practica, ten presente y recuerda:
1. - Buscar ocasiones para alabar con realismo y precisión.
2. - Señalar límites adecuados y concretos a las acciones que no deseas que repitan tus hijos/hijas.
3. - Dejar claras las normas de comportamiento.
4. - Reconocer y valorar su esfuerzo, no sólo el resultado final.
5. - Transmitir entusiasmo e implicarte en los asuntos e intereses de tus hijos.
6. - Comprender que debe desenvolverse solo ante las dificultades y felicitarle cuando las resuelva adecuadamente.
7. - Escuchar con paciencia y sin interferencias de televisión, radio, etc.
8. - Considerar que vosotros, padre y madre, sois modelos constantes de referencia y que os van a imitar.
9. - Favorecer la participación de los hijos e hijas para decidir algunos asuntos y elegir entre posibilidades.
10. - Invitar a tus hijos a contar sus experiencias para crear un clima de confianza y diálogo.
11. - Hacer referencia a la conducta que no os parece adecuada y no mezclarla con otras conductas anteriores.
12. - Ayudarles a verse de modo realista, reconociendo sus valores y sus dificultades.
            Si observamos estas pautas, tendremos hijos e hijas con autodisciplina, que sabrán comportarse ante las distintas situaciones, acomodando las propias necesidades y deseos a los de los demás, pero sin perder su propia identidad y sin despersonalizarse.
            La autodisciplina permite, además, dejar de pensar en uno mismo, precisamente porque es autónomo, libre y puede abandonar su egoísmo y salir hacia los otros para proporcionarles comprensión, entendimiento y afecto.
            La responsabilidad genera  respeto hacia los demás y,  por supuesto, hacia uno mismo. Además facilita amistades sanas, firmes y prolongadas. Nuestros hijos e hijas serán más libres y felices.